jueves, 31 de julio de 2008

Sospechoso ensayo de violencia en Córdoba.

Ardió Córdoba ayer con 23 heridos, diez detenidos, destrozos al por mayor (autos, edificios), consecuencia de una movilización de distintas agrupaciones de izquierda y sindicatos particularmente encendidos por el recorte de las jubilaciones superiores a 5.000 pesos en la provincia ( proyecto aprobado en la Cámara, después, a pesar de la batahola).

Nunca se vio tanta conciencia social y violenta de estatales, comunistas, trotskistas y gremialistas por defender ingresos de la pequeña burguesía: quizás sea una secuela del espíritu combativo e integrador de ideologías que generó el último conflicto del campo. Sólo así, y con humor, puede entenderse ese furor en las calles cordobesas que no demandaba por famélicos, marginados, sumergidos o desocupados sino por gente que ganaba, con seguridad, más de lo habitual entre los que manifestaban.

Pero ni una broma se puede permitir sobre ese ejercicio planificado con morteros caseros (que disparaban bombas de estruendo cargadas con bulones y clavos) y revoltosos encapuchados que, además de recordar episodios trágicos en la provincia (del cordobazo a la renuncia de Eduardo Angeloz), interroga sobre la preparación que ciertas vanguardias han iniciado para defender al poder kirchnerista. Casi un bautismo en Córdoba.

Para pensar esa inclinación violenta de sectores que se presumen cercanos a los estatales, Luz y Fuerza (nada que ver con el actual «gordo» de la CGT, Oscar Lescano, pero tampoco con la prédica antifoquista de Agustín Tosco), variables diferentes de núcleos izquierdistas y hasta seguidores de Luis Juez.

También generaron suspicacia aparicionesque próximas al kirchnerismo (detectaron gente venida en ómnibus desde la provincia de Buenos Aires), sector ofendido con el gobernador Juan Schiaretti, al que le reprochan el apartamiento de la línea oficial por inclinarse hacia los reclamos del agro (y, también, nuevos vínculos -José Manuel de la Sota mediante- con Eduardo Duhalde). Es público que Schiaretti reclama fondos del Estado nacional, los cuales éste niega aduciendo que no corresponden, lo que obligaría al gobernador imponer ajustes y nuevos impuestos por esas dificultades económicas. Por supuesto, el mensaje de que a él no le pertenece la culpa de esta situación -sino al gobierno Kirchner- no es algo que fácilmente logrará imponer en la provincia: ayer encontró aliados en su contra y, lo preocupante, es que a éstos los terminó conduciendo un centenar de activistas que hacen recordar lo que pasó en la Argentina hace 35 años.