miércoles, 20 de agosto de 2008

EL TEATRO SETENTISTA - por Agustín Laje Arrigoni.

"¿Usted está de acuerdo con los juicios que se llevan adelante en todo el país contra quienes actuaron durante la última dictadura?" Fue la consigna de la encuesta que lanzó el portal periodístico INFOBAE el pasado 8 de agosto y que concluiría el 12 del mismo mes. Un importantísimo número de 10.901 personas plasmaron su opinión a través del voto virtual, dejando un inesperado resultado: 68,1% no está de acuerdo, 29,6% está de acuerdo y 2,4% no tiene opinión.

Lo que a simple vista nos podría parecer extraño, en realidad está lejos de serlo. Los números hablan por sí solos: durante la etapa de mayor auge y supuesto consenso unánime del setentismo revanchista, la sociedad en su mayoría le da la espalda. Y vale aclarar que el público del portal que realizó la encuesta no es precisamente afín al sector militar ni mucho menos.

Cuando hablamos de setentismo nos estamos refiriendo a aquella política que levanta sus banderas y pronuncia sus discursos en relación con la sangrienta década del 70. Su militancia es actual, pero está apoyada en hechos que tuvieron lugar hace más de treinta años y que lamentablemente no nos dejan mirar hacia adelante, como sabiamente decidió hacer nuestro vecino carioca. Sus objetivos directos a simple vista son, a través de la deformación histórica, victimizar y glorificar al terrorismo subversivo que se levantó en armas contra gobiernos democráticos (eufemísticamente denominando con la carátula de “jóvenes idealistas” a sus militantes) y reabrir causas y llevar a la cárcel a costa de cualquier precio a los miembros de las FF.AA y policiales que participaron en la represión antisubversiva (demonizando bajo el efectista mote de “genocida” a cualquiera que porte uniforme).

La perversa corriente política setentista no es nueva, sino que viene desarrollándose desde el regreso de la democracia, tomando especial fuerza a partir del gobierno de Nestor Kirchner, y contando hoy en día con el poder necesario para condicionar políticas de Estado, planes educativos, decisiones judiciales, subsidios millonarios, etc.

El setentismo ha entendido muy bien que ninguna decisión política toma fuerza si no es con el imprescindible apoyo de cierto consenso que la justifique, y de esta manera desde sus principios comenzó buscando simpatías y adhesiones en los medios masivos de comunicación y en sectores cuidadosamente seleccionados de la sociedad, escudándose tras la noble causa de los derechos humanos con el fin de presentar una imagen positiva. En efecto, el oficialismo encabezado en su momento por Néstor Kirchner, al presumir que los objetivos del setentismo contaban con un apoyo masivo prácticamente unánime, no dudó en volcarse a su favor y como bonificación fue creando la interesada –pero no menos falsa- imagen de “un gobierno con sensibilidad social, preocupado por los derechos humanos”.

Lo cierto es que la relación entre el setentismo y el gobierno K provee de importantes beneficios a ambos: para los primeros la concreción de sus objetivos ahora apoyados por una política de Estado; para los segundos una importante fuente de distracción operante sobre la sociedad toda, a quien se le habla de hechos pasados hace más de treinta años tapando la caótica situación por la que afronta el país en el presente y los incontables casos de corrupción que no dejan dormir tranquilos al matrimonio gobernante.

Lo cierto es que una vez que el setentismo logró acaparar el apoyo directo del poder político, la teatralización del consenso llegó a su punto más alto, materializado en la errada idea de que si el político elegido por el pueblo adopta las políticas setentistas, entonces el pueblo es quien lo adopta como opción. “La derogación de las leyes de Obediencia debida y Punto final eran una deuda pendiente con la sociedad” supo esgrimir Kirchner, quien incorporó esta nefasta corriente en su gobierno desgarrando aquellas heridas que se encontraban prácticamente sanadas.

La ficción del supuesto apoyo popular es apoyada también por otros mecanismos: así como el kirchnerismo trafica miseria comprando espectadores para sus actos, los setentistas se ven obligados a comprar agitadores para sus eventuales apariciones públicas (léase juicios contra militares, actos por la “memoria”, etc) con el fin de mantener la idea de un consenso en realidad inexistente. Contaban los correntinos al respecto, que al inicio del juicio que concluyó hace unos días en su provincia, los abanderados de los “derechos humanos” bajaron a las zonas bajas del lugar y volvieron con un importante número de gente de villa que ofreció a los familiares de los imputados “cambiarse de bando” por algunos billetes más que los pagados por los “derechohumanistas”.

Con no menos fuerza que su marido y ex presidente, Cristina Fernández continúa levantando las banderas del setentismo, mezclando por ejemplo los sucesos de la década del `70 con el reciente conflicto que el gobierno nacional mantuvo con el campo, cuando en sus discursos más que preocuparse por solucionar la disputa, se preocupaba por no olvidarse de remarcar la presencia de las Madres de Plaza de Mayo, conmemorar a los desaparecidos y tratar de vincular de alguna manera a los ruralistas con el gobierno cívico-militar imperante a partir del 24 de marzo de 1976.

Resultados como los arrojados por la encuesta citada al inicio de esta columna, dan la pauta de que nuestra sociedad sólo quiere encaminarse a la tan anhelada paz, reconciliación y prosperidad, aunque por ahora y mientras el setentismo opere, sólo serán meras expresiones de deseo de una gran mayoría, tapada por una gran minoría sostenida por el populismo mutilante que azota nuestra República.

Agustín Laje Arrigoni (El autor tiene 19 años, es estudiante universitario, autor de numerosos artículos de opinión e investigación sobre los años 70.) agustin_laje@yahoo.com.ar

lunes, 4 de agosto de 2008

Intimidaciones, espías y peleas en el Indec que maneja Moreno; por Jaime Rosemberg.

Los violentos colaboradores del jaqueado secretario de Comercio, Guillermo Moreno, podrán respirar tranquilos. La presidente Cristina Kirchner no sólo ratificó anteayer en conferencia de prensa al polémico funcionario, sino que respaldó, las controvertidas metodologías de trabajo que se utilizan en el Indec desde que fue intervenido, en enero de 2007, que incluyen agresiones físicas e intimidaciones psicológicas hacia los trabajadores y sus familias, y que constituyen hasta ahora todo un "éxito".



La estrategia de interventores y colaboradores, que incluyó desplazamientos de personal, denunciadas intimidaciones públicas y reservadas, y pisos virtualmente tomados por lo que los empleados denominan como "la patota de la intervención", ha sido efectiva para un fin concreto: mantener el control de los principales resortes estadísticos que garantizan al Gobierno índices de inflación y pobreza acordes con sus deseos.

"La patota sirve para controlar a los que participamos de las protestas e intimidar a quienes podrían sumarse", afirmó Raúl Llaneza, empleado del Indec y delegado gremial de Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), gremio resistente a la intervención.



El caso de Cinthia Pok, desplazada de la dirección de la encuesta permanente de hogares, que incide en el cálculo de la ocupación, la pobreza y la indigencia, es sólo uno de las decenas de ejemplos en los que nuevos funcionarios, apoyados en denunciadas políticas de amedrentamiento, orientan el curso de trabajos de investigación a gusto de Moreno.

"A mí no me van a convertir en ñoqui. Sigo trabajando y generando estadísticas que la dirección de la entidad no publica", explica Pok, que sigue en su puesto del séptimo piso del edificio de la calle Julio A. Roca, aunque nadie le solicita nada.

Los trabajadores hacen más memoria. Dicen que Liliana Gasco y Vanina Miscello, encargadas de seguir la evolución de los alquileres, se quedaron sin computadora, asiento ni tarea asignada por orden de la directora Beatriz Paglieri, que ubicó en sus lugares a gente de su confianza. Terminaron realizando tareas de campo y difusión, trabajos que nada tienen que ver con su experiencia técnica. Marcela Almeyda, encargada del estratégico Indice de Precios al Consumidor, fue relevada de su tarea y hoy sólo deambula entre el destruido local gremial y otras dependencias.

Muy cerca de la entrada del edificio, una oficina en la que se ubicaban los encargados de la seguridad, se abrió un local de UPCN, que controla cámaras de video dentro del edificio y que, según distintos empleados, posee un equipo de sonido que permite escuchar conversaciones hasta cuatro metros de distancia. "¿Qué hacen ellos ahí? ¿Para qué necesitan controlar lo que se dice en el hall?", se indignó a LA NACION Carolina Ocar, trabajadora del área demográfica del Indec y dirigente de ATE.

Observadores.

En el segundo piso se ubica la amplia oficina de Hernán Brahim, el hombre de confianza de Guillermo Moreno en el Indec. Desde la escalera ubicada en ese piso, tres figuras jóvenes observaron la asamblea de trabajadores que decidió endurecer las medidas de protesta contra la intervención. Brahim, que participó del grupo kirchnerista que despejó una manifestación en la puerta de la residencia presidencial de Olivos hace dos meses, dejó su número particular conectado a un fax durante toda la semana, por lo que fue imposible conocer su opinión sobre el asunto.

Un piso más arriba está Paglieri, acompañada por empleados de confianza, entre los cuales figuraría Ulises Valentín, que estuvo con Brahim en Olivos y que es llamado por sus detractores como el "batata entry".

En el 9° piso, dedicado al censo agropecuario, una mampara divide a los empleados que responden a la intervención, como la directora María Ester Colombo, de los rebeldes.

En el décimo piso está el destruido local de ATE, hoy precintado y cerrado luego de los destrozos provocados por los leales a Moreno la semana última. Sólo funcionan locales de UPCN. "Vamos a pedir que se rehabilite el local, porque es nuestro y hoy no podemos disponer de él", agrega Daniel Fazzio, uno de los líderes de la protesta y miembro de la CTA.

Desde el gremio afirman que la situación se repite en las sedes del Indec de Rivadavia al 700 y Paseo Colón y Carlos Calvo, que serían manejadas por Rubén Zampino y José Luis Blanco, lugartenientes de Moreno.


Mientras miraban muy bien a su alrededor, y algunos hasta les quitaban baterías a sus celulares, unos cien empleados decidieron el jueves último iniciar una etapa de lucha que incluirá hacer sonar una sirena durante cinco minutos por día; una marcha hacia la Jefatura de Gabinete y un paro previstos para el próximo viernes 22.

Con sueldos estimados entre $ 4000 y $ 8000 (sin contar el sueldo de Brahim, que duplicaría esa cifra), los hombres de Moreno siguen imponiendo sus normas en el Indec.

No obstante, para la Presidenta, las patotas de Moreno en el Indec no existen. "Las conductas de los funcionarios deben ser valoradas no a través de las versiones, sino por el desempeño de su gestión", dijo Cristina Kirchner a la prensa para defender a Moreno y a sus seguidores.

viernes, 1 de agosto de 2008

CARTA DE ARTURO LARRABURE EN CLARIN.

Mientras el Gobierno del Matrimonio Kirchner destina cada vez más recursos financieros a las agrupaciones madre y Abuelas de Plaza de Mayo, estas nos devuelven a quienes vivimos en este cada vez más violento país sus iniciativas y la certeza del detino final del aporte que en última instancia lo hacemos todos los argentinos mediante el pago de los impuestos.

La carta de Arturo Larrabure al Diario Clarín detalla exactamente el problema.

"En agosto de 2002, en la Universidad de las Madres, Hebe de Bonafini arengó a los jóvenes: "Cuando hablamos de socialismo, hablamos de socialismo revolucionario, no de un socialismo de partido, para ir atrás de todos estos bandidos que se están uniendo, juntando. Las Madres sentimos que somos el puente entre nuestros hijos y ustedes; desde 1986 venimos hablando de revolución, de marxismo primero más tímidamente y después ya más lanzadas ¡Revolución, socialismo y combate! La gente dice: 'Ay, pero las armas ¡Caramba!', con zapallitos no vamos a poder hacer la revolución ¡A prepararnos para ser revolucionarios, a prepararnos para armar el socialismo, a prepararnos para hablar de combate! Y a prepararnos, también, para usar las armas si alguna vez es necesario". Ningún fiscal la denunció por apología del delito. El Gobierno la premia con suculentos subsidios. En junio de 2008, dijo: "Al enemigo, ni agua". Mientras, los fiscales continúan amordazados por las instrucciones del procurador general Esteban Righi."


Felipe Solá (FPV) denuncia presiones violentas.

El diputado Felipe Solá (FPV) amenazó anoche con una escisión del bloque del Frente para la Victoria si los legisladores e hizo una sugestiva referencia al ex almirante Emilio Eduardo Massera, al responder una pregunta sobre supuestos dichos atribuidos al ex presidente Néstor Kirchner en cuanto a que entre los justicialistas que votaron contra las retenciones móviles hay legisladores recuperables y no recuperables.

"Ese era el lenguaje de Massera. Los no recuperables iban al río y los recuperables a Siberia o la Puna de Atacama". Y agregó: "Parece que debemos ser sometidos a un proceso de lavado de «balero» y después firmar la autocrítica. No sé qué significa ser recuperable."

Un poder que no sabe aprender; por Fernando Laborda.

¿Cuál es la principal diferencia entre Néstor Kirchner y el presidente brasileño, Lula da Silva? La mejor respuesta a ese interrogante la dio el pensador Santiago Kovadloff: "Un hombre que pierde tres elecciones aprende a aprender."

Los Kirchner, por lo visto hasta ahora desde su dura derrota parlamentaria, se niegan a aprender. Desde 1987, cuando Néstor asumió la intendencia de Río Gallegos, han hecho del estilo de gestión centralista y confrontativo un emblema. Desde entonces hasta los comicios presidenciales del año pasado, el matrimonio no perdió ninguna elección. ¿Por qué cambiar si a lo largo de veinte años nos ha ido tan bien?, parecería pensar la pareja gobernante.

Algo no está funcionando, sin embargo. El deterioro del poder kirchnerista ha sido ostensible desde que se inició el conflicto entre el Gobierno y el campo. Y ni siquiera un rebote en la imagen positiva de Cristina Kirchner que mide la consultora Poliarquía -pasó del 20 al 28 por ciento en julio- hace ilusionar a los seguidores de la fracción oficialista.

En días recientes, los Kirchner percibieron tantas señales de rebeldía como nunca antes en sus últimas dos décadas.

Néstor jamás había recibido tantas sugerencias para dar un paso al costado y dejar de ser "un ex presidente en ejercicio del Poder Ejecutivo". El gobernador chubutense, Mario Das Neves, se animó a recomendarle que se dedicara a viajar y a brindar conferencias o servicios de consultoría por el mundo. Su par bonaerense, Daniel Scioli, tras algunos pasos en falso que lo hicieron bajar en las encuestas, se animó a sugerirle que se ocupara exclusivamente de la conducción del PJ y que impulsara una autocrítica.

El mandatario sanjuanino, José Luis Gioja, de cuya fe kirchnerista no parecía dudarse, habló pestes de Luis D Elía, y no pocos oficialistas, como el senador José Pampuro, se muestran condescendientes con Julio Cobos.

Lo peor para el kirchnerismo está por venir. Al igual que ayer lo hicieron los gobernadores de Córdoba, Juan Schiaretti, y de Santa Fe, Hermes Binner, comenzarán a llover sobre la Casa Rosada pedidos de mandatarios provinciales de fondos para enfrentar dificultades fiscales que podrían incrementarse si la economía se desacelerara.

La nueva ley de coparticipación federal, tan postergada, podría convertirse en una demanda cada vez más concreta. Sólo falta que se sume públicamente Scioli, pero no es impensable que las presiones lo lleven en algún momento a hacerlo.

El Gobierno quiere desquitarse del campo: evalúa un proyecto para subir las retenciones a las exportaciones de soja. Sigue procurando recaudar más. No advierte que perdería nuevamente la batalla, a menos que acuerde una mejor distribución de esos recursos con las provincias.

Mientras el proceso de diáspora avanza lentamente en los bloques oficialistas parlamentarios, se insiste en criticar a los sectores medios, se boicotea la Rural, se defiende a Guillermo Moreno, se toman represalias contra hombres de Cobos en la función pública y se ahoga financieramente a gobernadores a los que se acusa de "traidores". El kirchnerismo puede quedarse solo o apenas acompañado por un puñado de intelectuales que se consuelan afirmando que todavía no hay nada mejor a la izquierda de Kirchner.