Publicado en la Edición impresa de La Nación de Jueves 27 de marzo de 2008. Nuevos choques de kirchneristas y caceroleros por el control de la Plaza. Cientos de personas se enfrentaron a los golpes, ante la inacción policial; llaman a otra protesta para hoy.
"¡Vienen por Diagonal Norte! ¡Vamos!", gritó uno de los cientos de militantes kirchneristas que habían llegado a la Plaza de Mayo para respaldar al Gobierno. Enseguida, el resto del grupo reaccionó y se colocó de frente a los manifestantes que apoyaban la protesta del campo y que caminaban golpeando cacerolas desde el Obelisco, con la intención de ocupar la Plaza. Los dos bandos avanzaron encolumnados, ocupando todo el ancho de la avenida. A las 21.19, chocaron de frente.
Fueron 10 minutos de locura, en los que la avenida Diagonal Norte, entre San Martín y Florida, se convirtió en un campo de batalla. Hubo piñas, patadas, corridas, pedradas y palazos de los dos lados. La violencia, que había aparecido anteayer cuando un grupo encabezado por Luis D Elía atacó a manifestantes que apoyaban la protesta del campo, se desató ayer en forma generalizada. Y, nuevamente, ante la inmovilidad de la policía, que pemaneció en las calles laterales y, en gran número, detrás del vallado que protegía la Casa Rosada.
Los dos bandos, compuestos por unos 300 jóvenes de cada lado, quedaron cruzados y hubo peleas cuerpo a cuerpo a lo ancho de toda la avenida. "¡La plaza es nuestra!", gritaban los militantes oficialistas, ayer encabezados por el ex funcionario bonaerense Emilio Pérsico. De a poco, el grupo oficialista hizo retroceder a los manifestantes pro campo. Algunos resagados que no pudieron escapar cayeron al piso y recibieron patadas. Muchos se fueron ensangrentados.
Luego del choque inicial, los dos bandos retrocedieron y quedaron, frente a frente, a 20 metros de distancia. De nuevo, volaron proyectiles de los dos lados. "¡Argentina! ¡Argentina!", gritaban los que habían llegado desde el Obelisco. Del otro lado, Pérsico les ordenaba a sus militantes que retrocedieran. La tensión ante el peligro de otra batalla generalizada se mantuvo durante casi media hora. Hasta que el bando pro campo, que recibió el apoyo de piqueteros de la Corriente Clasista y Combativa, retrocedió en forma masiva hacia el Obelisco.
A las 21.44 y con D Elía -hasta ese momento ausente- a la cabeza, los kirchneristas volvieron a la Plaza de Mayo. Desde las 20, un centenar de personas se había reunido alrededor de la Pirámide de Mayo para apoyar con un cacerolazo, como lo habían hecho anteayer, la protesta del interior en contra del aumento de las retenciones a las exportaciones agrícolas. Buena parte de ellos se habían autoconvocado vía correos electrónicos y mensajes de texto. Unos 30 militantes de dos agrupaciones kirchneristas que también se habían movilizado a la Plaza, se mantenían lejos de la protesta de las cacerolas.
A las 20.42 se había producido el primer momento de tensión. Unos 150 militantes trotskystas, agrupados en Convergencia Socialista y en Asambleas del Pueblo, entraron en la Plaza desde Diagonal Sur, en apoyo a la protesta del campo. Venían armados de palos y, en cuestión de minutos, hicieron un cordón humano para evitar el avance del grueso de los kirchneristas, que comenzaba a juntarse en Avenida de Mayo y Perú. Cuando, a las 21.11, los oficialistas llegaron a la Plaza y parecía que se iba producir una batalla ahí, los incidentes se desataron con el grupo que venía desde el Obelisco.
A la vuelta de los choques sobre Diagonal Norte, D Elía estaba exultante. "Vinimos a custodiar la Plaza. Es una noche de lucha", declaró, ante el montón de periodistas que lo seguían. Anunció que irían al acto kirchnerista de hoy, en Parque Norte, y que el martes marcharían a la Plaza. Enseguida, se le acercó un hombre de barba y pelo canoso. "¡Por qué no te dejás de robar!", le gritó. Los seguidores del líder piquetero rodearon al agresor y le pegaron hasta dejarlo en el suelo. Como pudo, y con la ayuda de los propios kirchneristas, el hombre se fue por Avenida de Mayo.
Cerca de las 23, el centro porteño comenzó a recuperar la calma. Los manifestantes pro campo decidieron regresar a Santa Fe y Callao. Más organizados, con aporte político, hoy volverán a inundar casillas de mail y celulares para encontrarse, otra vez, a las 20.
Algunos políticos aportaron interés, seguimiento y logística, entre ellos Héctor Leguizamón, un ex diputado, peronista disidente, cercano al misionero Ramón Puerta.
Como ayer, los cacerolazos se habían hecho oír por varios barrios de la Capital. Los grupos más numerosos se juntaron en Pueyrredón y Las Heras, en Santa Fe y Pueyrredón y en Santa Fe y Callao.
Por segundo día consecutivo, la protesta también se sintió fuerte en el interior. Hubo cacerolazos en Paraná, Santa Rosa, Bahía Blanca, Mendoza y Salta, entre otras ciudades.
El malestar tuvo uno de sus puntos más fuertes en Rosario, donde unas 800 personas se concentraron frente a la Bolsa de Comercio.
Con la colaboración de Juan Pablo Morales, Angeles Castro y corresponsales del interior del país
Por Gabriel Sued
De la Redacción de LA NACION
"¡Vienen por Diagonal Norte! ¡Vamos!", gritó uno de los cientos de militantes kirchneristas que habían llegado a la Plaza de Mayo para respaldar al Gobierno. Enseguida, el resto del grupo reaccionó y se colocó de frente a los manifestantes que apoyaban la protesta del campo y que caminaban golpeando cacerolas desde el Obelisco, con la intención de ocupar la Plaza. Los dos bandos avanzaron encolumnados, ocupando todo el ancho de la avenida. A las 21.19, chocaron de frente.
Fueron 10 minutos de locura, en los que la avenida Diagonal Norte, entre San Martín y Florida, se convirtió en un campo de batalla. Hubo piñas, patadas, corridas, pedradas y palazos de los dos lados. La violencia, que había aparecido anteayer cuando un grupo encabezado por Luis D Elía atacó a manifestantes que apoyaban la protesta del campo, se desató ayer en forma generalizada. Y, nuevamente, ante la inmovilidad de la policía, que pemaneció en las calles laterales y, en gran número, detrás del vallado que protegía la Casa Rosada.
Los dos bandos, compuestos por unos 300 jóvenes de cada lado, quedaron cruzados y hubo peleas cuerpo a cuerpo a lo ancho de toda la avenida. "¡La plaza es nuestra!", gritaban los militantes oficialistas, ayer encabezados por el ex funcionario bonaerense Emilio Pérsico. De a poco, el grupo oficialista hizo retroceder a los manifestantes pro campo. Algunos resagados que no pudieron escapar cayeron al piso y recibieron patadas. Muchos se fueron ensangrentados.
Luego del choque inicial, los dos bandos retrocedieron y quedaron, frente a frente, a 20 metros de distancia. De nuevo, volaron proyectiles de los dos lados. "¡Argentina! ¡Argentina!", gritaban los que habían llegado desde el Obelisco. Del otro lado, Pérsico les ordenaba a sus militantes que retrocedieran. La tensión ante el peligro de otra batalla generalizada se mantuvo durante casi media hora. Hasta que el bando pro campo, que recibió el apoyo de piqueteros de la Corriente Clasista y Combativa, retrocedió en forma masiva hacia el Obelisco.
A las 21.44 y con D Elía -hasta ese momento ausente- a la cabeza, los kirchneristas volvieron a la Plaza de Mayo. Desde las 20, un centenar de personas se había reunido alrededor de la Pirámide de Mayo para apoyar con un cacerolazo, como lo habían hecho anteayer, la protesta del interior en contra del aumento de las retenciones a las exportaciones agrícolas. Buena parte de ellos se habían autoconvocado vía correos electrónicos y mensajes de texto. Unos 30 militantes de dos agrupaciones kirchneristas que también se habían movilizado a la Plaza, se mantenían lejos de la protesta de las cacerolas.
A las 20.42 se había producido el primer momento de tensión. Unos 150 militantes trotskystas, agrupados en Convergencia Socialista y en Asambleas del Pueblo, entraron en la Plaza desde Diagonal Sur, en apoyo a la protesta del campo. Venían armados de palos y, en cuestión de minutos, hicieron un cordón humano para evitar el avance del grueso de los kirchneristas, que comenzaba a juntarse en Avenida de Mayo y Perú. Cuando, a las 21.11, los oficialistas llegaron a la Plaza y parecía que se iba producir una batalla ahí, los incidentes se desataron con el grupo que venía desde el Obelisco.
A la vuelta de los choques sobre Diagonal Norte, D Elía estaba exultante. "Vinimos a custodiar la Plaza. Es una noche de lucha", declaró, ante el montón de periodistas que lo seguían. Anunció que irían al acto kirchnerista de hoy, en Parque Norte, y que el martes marcharían a la Plaza. Enseguida, se le acercó un hombre de barba y pelo canoso. "¡Por qué no te dejás de robar!", le gritó. Los seguidores del líder piquetero rodearon al agresor y le pegaron hasta dejarlo en el suelo. Como pudo, y con la ayuda de los propios kirchneristas, el hombre se fue por Avenida de Mayo.
Cerca de las 23, el centro porteño comenzó a recuperar la calma. Los manifestantes pro campo decidieron regresar a Santa Fe y Callao. Más organizados, con aporte político, hoy volverán a inundar casillas de mail y celulares para encontrarse, otra vez, a las 20.
Algunos políticos aportaron interés, seguimiento y logística, entre ellos Héctor Leguizamón, un ex diputado, peronista disidente, cercano al misionero Ramón Puerta.
Como ayer, los cacerolazos se habían hecho oír por varios barrios de la Capital. Los grupos más numerosos se juntaron en Pueyrredón y Las Heras, en Santa Fe y Pueyrredón y en Santa Fe y Callao.
Por segundo día consecutivo, la protesta también se sintió fuerte en el interior. Hubo cacerolazos en Paraná, Santa Rosa, Bahía Blanca, Mendoza y Salta, entre otras ciudades.
El malestar tuvo uno de sus puntos más fuertes en Rosario, donde unas 800 personas se concentraron frente a la Bolsa de Comercio.
Con la colaboración de Juan Pablo Morales, Angeles Castro y corresponsales del interior del país
Por Gabriel Sued
De la Redacción de LA NACION