En el día de la fecha, jueves 27 de marzo de 2008, en el marco de un acto peronista realizado en Parque Norte de la Ciudad de Buenos Aires, la Presidente Cristina Fernández de Kirchner volvió a buscar la división de pueblo argentino, al atribuir a los manifestantes favorables a las acciones del sector agropecuario un carácter golpista y pro dictatorial.
Con una serie de argumentos falaces, y sin referirse al verdadero problema, es decir, el destino real de las retenciones, la Presidente dio nuevas muestras de su soberbia y su falta de criterio, queriendo demonizar por igual a todos aquellos que en este momento se manifiestan en contra de sus medidas de tipo económicas, y evitando dar una solución concreta al conflicto que vive el país que ella gobierna.
A su vez, en un intento de distraer la atención del punto a discutir, pretendió asociar a los pequeños y medianos productores, fuente concreta del paro agrario presente, con la "clase alta" local, en otra muestra concreta de su necesidad de separar a una población que está unida ante una misma problemática, con un discurso setentista y pasado de moda.
Del mismo modo, utilizó el hecho del voto popular que la llevó al cargo que hoy ostenta para justificar sus errores y groserías actuales para con su país.
Junto a ella, gobernadores e intendentes, e incluso el piquetero y agresor de periodistas D'Elia, aplaudieron cada uno de sus párrafos, signo cierto de vasallazgo y sumisión.
Con una serie de argumentos falaces, y sin referirse al verdadero problema, es decir, el destino real de las retenciones, la Presidente dio nuevas muestras de su soberbia y su falta de criterio, queriendo demonizar por igual a todos aquellos que en este momento se manifiestan en contra de sus medidas de tipo económicas, y evitando dar una solución concreta al conflicto que vive el país que ella gobierna.
A su vez, en un intento de distraer la atención del punto a discutir, pretendió asociar a los pequeños y medianos productores, fuente concreta del paro agrario presente, con la "clase alta" local, en otra muestra concreta de su necesidad de separar a una población que está unida ante una misma problemática, con un discurso setentista y pasado de moda.
Del mismo modo, utilizó el hecho del voto popular que la llevó al cargo que hoy ostenta para justificar sus errores y groserías actuales para con su país.
Junto a ella, gobernadores e intendentes, e incluso el piquetero y agresor de periodistas D'Elia, aplaudieron cada uno de sus párrafos, signo cierto de vasallazgo y sumisión.